¿Conoces a la ardilla más famosa? Se llama Scrat y parece que está obsesionado con una bellota.
Pero no.
Su obsesión es otra:
Buscar el sitio perfecto para enterrar su bellota. El sitio PER-FEC-TO.
No sé si te pasa, pero al leer o escuchar la palabra perfecto, nuestro cerebro automáticamente piensa en: orden.
Un informe perfecto: con sus apartaditos ordenados, claro, bien redactado, interlineados iguales, márgenes, etc.Un caso clínico perfecto: sintomatología clara de libro, un diagnóstico en base a una batería ordenada de pruebas, un tratamiento pautado en orden…
¿Orden = Perfección?
Seguro que conoces a alguien con su escritorio hiperultrasuper ordenado. Todo al milímetro. O a una mujer con sus maquillajes, pinceles y cremas perfectamente encajadas como Marie Kondo (es considerada casi como la “diosa del orden”. Aunque luego te contaré algo gracioso…)
Y también conocerás a alguien, si es que no eres tú, que su coche es como un vertedero con ruedas.
¿Entonces, podemos decir que orden es igual a perfección? NO.
La razón es doble:
Puede ser perfecto sin que haya orden.
Puede ser ordenado sin que sea perfecto.
Orden = Estructura
Lo que sí podemos definir es que hablar de orden es hablar de estructura.
Observa la imagen. (Ya sé que lo mío no es el arte). Supongamos que tú eres ese director de orquesta que está colocando las piezas del TETRIS.
Si te fijas, el recuadro de la derecha no está ordenado: no están cada tipo de pieza junta, ni agrupadas por colores.
Sin embargo, el conjunto tiene una estructura. ✅
Observa ahora el recuadro de la izquierda. Caos.
Ni orden, ni estructura, ni ná de ná. ❌
Esos recuadros son nuestra vida; y nosotros, los directores de orquesta, vamos colocando las piezas para hacer el recuadro como el de la izquierda o derecha.
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De piezas va la cosa
En el juego del TETRIS, vamos colocando piezas de manera estructurada. Piezas que nos van saliendo de forma aleatoria.
¿Mi vida es un TETRIS? Bueno, podría decirse que sí.
Tienes diferentes tipos de piezas: las piezas de la familia, las del trabajo, las de la salud, las de la amistad, las piezas del dinero, las piezas de tu realización personal…
Estas piezas nos van llegando día a día.
—Jo pero, es que a mí me gustaría que me llegaran todas las piezas de un mismo tipo juntas.
—Ya, pero es que eso no se elige. Nadie pide un ataque de ansiedad, o un despido, o una crisis que disminuye el poder adquisitivo de tus clientes…
Qué pensabas, ¿que todas las piezas eran bonitas?
Tenemos que lidiar con las piezas que nos van saliendo, y encajarlas lo mejor que podamos para que el conjunto sea estructurado:
☝ Todos aprendemos a colocar las piezas de la mejor manera posible, es cuestión de tiempo.
☝ También hay recursos para ayudarte y potenciarte al hacerlo, como por ejemplo esta newsletter, y las recomendaciones que te envío en ellas.
☝ Y hay personas que quieren un seguimiento personalizado y trabajan con un profesional para acelerar el proceso.
Lo gracioso de todo esto
La propia Marie Kondo, reina del orden, admitió no seguir su propio método cuando tuvo el tercer hijo.
Ella defiende el ordenar y despejar el desorden para despertar la alegría. Entonces, ¿no es cuestión de cantidad, ni de mantener ordenada la mínima cantidad de cosas?
¿O la cosa va de estructura..?
Recomendación semanal 🔊
En relación a todo esto del orden que hemos tratado hoy, quiero recomendarte un podcast para entender tu mente. Son pequeñas conversaciones de 20 minutos.
🧠 Concretamente el episodio 140, que puedes escuchar aquí.
Luis Muiño (psicoterapeuta), y Mónica González (executive coach), dirigidos por Molo Cebrián (licenciado en comunicación y estudiante de psicología) dan vida a esta maravilla de podcast.
¿Sabes por qué a Scrat se le pierde tanto la bellota en todas las películas? Por buscar y buscar y buscar el lugar perfecto para enterrarla.
¿Sabes que hizo al final?
Se la comió. Ala, a tomar por c*** el perfeccionismo.
Si te han enviado este capítulo es porque esa persona te aprecia.
Un abrazo
Alejandro